Walpurgisnacht, o Noche de Walpurgis, es una celebración que tiene lugar entre la noche del 30 de abril y la madrugada del 1 de mayo. Su nombre proviene de Santa Walburga, una monja anglosajona del siglo VIII canonizada por la Iglesia Católica en el siglo IX. La conmemoración litúrgica de esta santa fue fijada precisamente el 1 de mayo, y su culto se superpuso posteriormente a tradiciones folklóricas del centro de Europa, dando lugar a una festividad cargada de superstición, simbolismo cristiano y creencias tardomedievales sobre brujería y espíritus malignos.
Desde un punto de vista histórico y mitológico, no existe conexión directa ni documentada entre Walpurgisnacht y los cultos precristianos nórdico-germánicos. Ninguna fuente mitológica escandinava —Eddas, sagas, crónicas islandesas— menciona esta fecha ni a Santa Walburga, ni sugiere que existiera una festividad equivalente vinculada a los Æsir, Vanir o al ciclo ritual germánico del norte.
Aquí es crucial introducir una diferenciación que a menudo se pasa por alto en círculos neopaganos: la mitología germánica continental y la mitología escandinava no son idénticas, aunque compartan raíces comunes.
La mitología germánica hace referencia al conjunto de creencias precristianas de los pueblos germánicos continentales (como los francos, alamanes, suevos, lombardos o turingios). Esta tradición fue absorbida tempranamente por el cristianismo, y su reconstrucción se ve dificultada por la escasez de fuentes. En cambio, la mitología escandinava, que constituye el fundamento del Ásatrú, se preservó más ampliamente gracias a los registros escritos en Islandia entre los siglos XIII y XIV, como la Edda poética, la Edda prosaica y otras sagas. Estas fuentes reflejan la espiritualidad del norte germánico —especialmente la de los pueblos nórdicos— y sus ciclos rituales vinculados al clima, la guerra y la fertilidad.
Walpurgisnacht, en cambio, es un producto cultural eminentemente centroeuropeo, vinculado a tradiciones populares cristianizadas en regiones como Baviera, Sajonia o Bohemia. Su asociación con brujas y rituales nocturnos es un reflejo del miedo eclesiástico a las religiones “paganizadas” del pueblo llano, no una herencia directa de cultos germánicos precristianos auténticos. Tampoco se puede rastrear su origen hasta ninguna divinidad femenina ancestral —y mucho menos considerarla una «diosa olvidada»—: Santa Walburga fue una figura cristiana histórica, no una deidad germánica ni escandinava. Su carácter sagrado se establece a través de la hagiografía católica, no del mito precristiano.
Los intentos modernos por incorporar Walpurgisnacht en el calendario ritual del Ásatrú carecen de fundamento filológico, arqueológico y teológico. Se trata de una apropiación neopagana sincrética que responde más a intereses estéticos, esotéricos o simbólicos contemporáneos que a una voluntad seria de reconstrucción espiritual nórdica.
El Ásatrú, como senda de espiritualidad nórdica reconstruida, ya posee su festividad legítima de primavera: Sigrblót. Esta celebración, históricamente documentada en fuentes como la Ynglingasaga, se realizaba al inicio del verano según el calendario antiguo islandés (mediados de abril) y consistía en sacrificios y ofrendas para invocar la victoria, la fertilidad y la prosperidad del nuevo ciclo de vida. Sigrblót es una expresión directa de la cosmovisión nórdica y su vínculo con la guerra, la renovación estacional y el destino.
En síntesis: Walpurgisnacht no forma parte del corpus del Ásatrú, ni por procedencia, ni por contenido, ni por simbolismo. No es una diosa, no es un rito ancestral nórdico, y no representa los valores ni el calendario ritual del norte germánico. Su incorporación al Ásatrú moderno representa una concesión sincrética que traiciona el rigor histórico y espiritual de quienes buscan una práctica auténtica. El respeto por los ancestros y por los dioses exige discernimiento: no todo lo que parece “pagano” o “antiguo” merece ser integrado sin un análisis profundo y serio.
