Ralph Blum: El Hombre que Vio Runas Donde No las Había

En el glorioso panteón de los grandes inventores de mitos modernos —justo entre los que piensan que los mayas predijeron el fin del mundo y los que juran que las pirámides fueron hechas por alienígenas— se encuentra Ralph Blum, el hombre que hizo lo impensable: se inventó un sistema de adivinación rúnico desde cero y convenció al mundo de que era ancestral.

No era un vikingo. No era un historiador. Ni siquiera era un lector de Tolkien particularmente riguroso. Era un estadounidense con un título en literatura de Harvard y muchas ganas de espiritualidad pop.

Las Runas de Blum: Más New Age que Nórdico

En 1982, Blum publicó «The Book of Runes» (St. Martin’s Press), y con ello dio a luz a todo un universo rúnico… salido de su propia cabeza.

Tomó el Futhark antiguo (el alfabeto rúnico real, usado históricamente para escribir en lenguas germánicas) y lo convirtió en una especie de tarot vikingo, pero sin los arcanos mayores, ni menores, ni… autenticidad.

Y como si eso no fuera suficiente, se permitió una libertad creativa digna de Hollywood:

La Runa Blanca

Una piedra sin símbolo, que representa “el destino” o “lo desconocido”. Algo así como cuando te sale el comodín en UNO, pero con aura espiritual.

¿Históricamente? Inexistente.

¿Arqueológicamente? Jamás encontrada.

¿Vikingamente? Se estarían riendo en sus túmulos funerarios.

Las Tiradas Rúnicas: ¡Porque Leer una Sola Piedra Es Muy De 700 d.C.!

Pero Ralph no se detuvo en inventarse una runa. No, señor. También se inventó las formas de tiradas, los métodos de lectura.

  • Tirada de tres runas (pasado, presente y futuro, porque ¿por qué no robarle a los gitanos?)
  • Tirada de cinco runas (porque cinco suena más espiritual que cuatro)
  • Tirada en cruz (como si las runas se hubieran convertido al cristianismo)
  • Lectura de una runa diaria (versión mística del horóscopo de café)
  • Incluso una tirada tipo “oráculo del sí o no” (que ni los dioses nórdicos sabían que tenían)

Estas formas de tiradas no existen en ningún texto antiguo, ni en las sagas islandesas, ni en el Hávamál, ni siquiera en los grafitis obscenos encontrados en Hedeby.

Lo que Blum hizo fue tomar el formato del tarot, meter runas dentro del molde y decir que así lo hacían los ancestros. Spoiler: No. No lo hacían así.

Los Libros del Nuevo Oráculo

The Book of Runes (1982): El original. Incluye guía, piedras, y suficiente pseudohistoria para marear a un skald.

The Rune Cards (1993): Porque las piedras ya no eran suficientemente rentables.

The Healing Runes (1995, con Susan Loughan): Runas para la autoayuda emocional. Odín como terapeuta de pareja.

The Book of Runes: 25th Anniversary Edition (2008): El mismo libro, pero más viejo. Como el vino. O la mentira.

Críticas: De Eruditos y Practicantes Serios

La comunidad académica y neopagana seria no ha sido amable con Blum:

Stephen Pollington, experto en runas históricas, afirma que los métodos modernos de adivinación «no tienen base en los usos históricos de las runas».

Nigel Pennick, autor ocultista y tradicionalista germánico, ha criticado la “comercialización fantasiosa” de las runas por autores como Blum.

En comunidades neopaganas como Asatru y Heathenry, Blum es mencionado con el mismo tono que usarías para hablar de la dieta del jugo de luna llena.

Ralph, El Influencer Espiritual Antes de Instagram

Ralph Blum no rescató una tradición perdida. La escribió desde cero, la publicó en tapa dura y la vendió con piedras dentro.

¿Era un embaucador? ¿Un visionario? ¿Un genio del marketing? ¿Una mezcla de todos?

Probablemente sí.

Pero lo que no fue, jamás, es un heredero de la tradición rúnica antigua. Esa ya existía… y no necesitaba una piedra en blanco para hablar.

Así que la próxima vez que alguien te tire una runa blanca y te diga que “los vikingos creían en el destino”, recuerda: fue Ralph. No Ragnar.

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