Oración del Primer Fuego de Yule a las Madres
En la noche más larga,
cuando el Sol yace oculto y la semilla duerme en la tierra,
alzamos nuestra voz a las Madres eternas,
las que sostienen la vida incluso en la oscuridad.
A ti, Frigg, madre del hogar y del destino,
guardiana de los juramentos y del amor silencioso,
te honramos por cada sacrificio no nombrado,
por cada lágrima escondida tras la fortaleza.
A ti, Freyja, madre de la pasión, del coraje y de la sangre viva,
señora del nacimiento y de la muerte sin miedo,
te invocamos para que enseñes a nuestras madres
a caminar con orgullo, deseo y dignidad.
A ti, Jörð, Madre Tierra,
vientre del mundo y raíz de todos los pueblos,
te agradecemos la carne que nos sustenta
y la paciencia infinita con la que das sin pedir.
A ti, Sif, madre del grano dorado,
cabellera de cosecha y promesa,
te honramos por el alimento,
por la constancia y el cuidado que nunca descansa.
En Yule, cuando el Sol renace débil pero invencible,
celebramos a las madres que mantienen la llama
cuando todo parece apagarse.
Ellas son el fuego que no se ve,
el eje del hogar,
el hilo que ni el invierno puede romper.
Que las Madres sean bendecidas con fuerza,
con descanso,
con honor y reconocimiento.
Que los dioses recuerden sus nombres
y que los hijos nunca olviden su deuda.
Que así sea,
bajo las estrellas antiguas,
en el giro eterno de los Nueve Mundos.
Escrito por RdM
