Comunicado del Consejo Ásatrúar Libre
Hermanas y hermanos del Norte,
entramos en la recta final hacia Yule, el umbral donde el tiempo se pliega sobre sí mismo y la noche alcanza su trono para, desde él, devolvernos la luz. No es un final: es la promesa del retorno, el latido antiguo que aguardamos cada año con el corazón atento y el espíritu despierto.
En Yule, Odín cabalga entre mundos. El Padre de Todos recorre los caminos invisibles, recoge juramentos no pronunciados y concede visión a quienes se atreven a mirar dentro del invierno. A Odín le afecta Yule como afecta el silencio al sabio: lo afila.
Frigg, Madre y guardiana del hogar, teje en estas noches el destino de las familias. Su presencia bendice el fuego compartido, la palabra honesta y la paz que nace de cuidarnos unos a otros cuando el frío aprieta.
Thor, defensor del Midgard humano, golpea con su fuerza contra el caos del invierno. En Yule, su martillo no destruye: protege. Cada risa alrededor del fuego es un trueno que ahuyenta la oscuridad.
Freyr, señor de la fertilidad y del sol que regresa, recibe Yule como la semilla bajo la nieve. Lo que hoy parece dormido, mañana brotará. A él confiamos la abundancia futura y la esperanza que resiste.
Freyja, portadora de magia y pasión, camina estas noches entre el duelo y el deseo. Yule le recuerda que incluso en la pérdida hay belleza, y que el amor —como la luz— no desaparece, se transforma.
Týr, dios del sacrificio justo, nos mira con severidad serena. Yule exige responsabilidad: sostener la palabra dada, elegir lo correcto aunque cueste. Sin honor, no hay renacimiento.
Heimdall, guardián del puente, afina su oído. En Yule, vigila el paso entre lo viejo y lo nuevo. Nada cruza sin ser visto; nada nace sin ser anunciado.
Baldr, el luminoso, está presente incluso en su ausencia. Yule es su promesa: la luz que caerá y volverá, más fuerte. Recordarlo es recordar que la oscuridad no vence, prepara.
Hel, señora de lo inevitable, también es honrada. En Yule aceptamos la muerte como parte del ciclo. Sin su reino, no habría regreso ni sentido.
Njörd y Skaði bendicen mar y montaña, calma y rigor. Nos enseñan a respetar los ritmos de la naturaleza y a hallar equilibrio entre lo que fluye y lo que resiste.
Desde el Consejo Ásatrúar Libre, afirmamos:
Yule no se vive en soledad. Se comparte, se honra en comunidad, se fortalece en la presencia mutua. Esperamos, desde esta entidad, que quienes sientan el llamado puedan vivir Yule junto a nosotros, con respeto, conocimiento y verdad, lejos del ruido y cerca del fuego.
Que el invierno os encuentre unidos.
Que la noche os enseñe.
Que la luz regrese… y nos halle preparados.
